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Dueñas, una joya histórica enclavada en el corazón de la provincia de Palencia, es una villa que se erige orgullosa como testigo de siglos de historia y de la grandeza de las casas reales, nobles y dinastías que escribieron su leyenda. Este pequeño bastión medieval no solo ha sido escenario de importantes capítulos en la historia de España, sino también un refugio para reyes y monarcas que dejaron una huella imborrable en sus calles, palacios y templos. Caminar por Dueñas es sumergirse en el pasado, es sentir cómo el eco de los pasos de Fernando el Católico resuena en las piedras, antes de su matrimonio con Isabel de Castilla, un evento que cambiaría el curso de la historia de nuestro país. Por algo eligieron este lugar los reyes, y por algo sigue siendo un punto de referencia para quienes buscan entender la esencia profunda de la península ibérica.
Al adentrarse en esta ciudad de reyes, el viajero se encuentra con una villa que ha sabido conservar su majestuosidad medieval. Dueñas, un lugar que durante siglos estuvo en la frontera entre las coronas de León y Castilla, fue testigo de intrigas, negociaciones y alianzas entre las casas reales más poderosas del momento. En sus calles empedradas y plazas llenas de historia, uno puede imaginar el bullicio de los mercados medievales, las procesiones de nobles en carruajes dorados, y las solemnes ceremonias en las que se decidía el destino de reinos enteros. La villa, que en su día fue una ciudad fortificada con un imponente castillo, aún conserva las huellas de su pasado glorioso. Las grandes puertas de acceso que una vez la protegieron, como la Puerta del Ojo de la Virgen, siguen en pie como guardianas silenciosas del tiempo, invitando a los viajeros a adentrarse en su historia.
Es aquí, en Dueñas, donde el viajero puede comenzar su aventura por una de las ciudades más importantes del pasado español. Partiendo desde la Oficina de Turismo, ubicada en un punto estratégico con fácil acceso para los visitantes, se abre ante nosotros un recorrido por la historia viva de la villa. No es solo una escapada; es una inmersión en un legado cultural que debe saborearse lentamente. Desde la Plaza del Ayuntamiento hasta el antiguo Palacio de los Condes de Buendía, cada esquina revela un nuevo capítulo de esta narrativa majestuosa. El Palacio de los Condes de Buendía, antaño hogar de los Reyes Católicos, es un lugar de singular importancia, ya que aquí nació su hija, Doña Isabel, quien forjaría la unión entre las coronas de España y Portugal. Este palacio, cargado de historia, es un monumento al poder y la diplomacia de una época en la que las decisiones más trascendentales se tomaban en lugares como Dueñas.
Al girar hacia la Plaza del Campillo, uno se encuentra con la Casa Nava, un vestigio del pasado aristocrático de la villa. La nobleza que en su día habitó Dueñas dejó una impronta imborrable en su arquitectura, y aunque el tiempo haya pasado, la elegancia de sus edificaciones sigue siendo palpable. Aquí, en medio de la Plaza, se alza la Iglesia de San Agustín, un convento que en el siglo XIV fue devastado por las guerras y el olvido, pero que aún resiste, desafiante, a la erosión del tiempo. La iglesia, aunque hoy se encuentra en estado de abandono, guarda en su interior la belleza del arte sacro, con una estructura que invita a la reflexión sobre el paso del tiempo y la fragilidad del patrimonio. Cada piedra parece susurrar historias de antaño, y aunque esté en la lista roja del Patrimonio en peligro, su presencia sigue siendo conmovedora y poderosa.
Pero Dueñas tiene mucho más que ofrecer. La Iglesia de Santa María, una joya del románico tardío del siglo XIII, es un auténtico tesoro para los amantes del arte y la historia. Su interior esconde piezas de valor incalculable, como el retablo mayor, la imponente figura de San Isidro creada por el escultor Gregorio Fernández y la impactante imagen del Ecce Homo de Diego de Siloé. Estas obras, que han sobrevivido el paso de los siglos, no son solo reliquias de una época dorada; son testimonios del fervor religioso y el talento artístico que caracterizaron a esta villa. A su lado, el antiguo Convento de San Agustín, que hoy alberga el Archivo Histórico y la Casa de la Cultura, sigue manteniendo su aire solemne, con su impresionante nave central y los restos del claustro, que invitan a un paseo tranquilo por la historia.
Los tesoros arquitectónicos de Dueñas no se detienen aquí. El Palacio de los Buendía, el Hospital de Santiago, con su aire señorial, y los típicos soportales castellanos que bordean la Plaza de España son otros lugares de interés que muestran el esplendor del pasado. Estos edificios, con sus fachadas robustas y su diseño sobrio, reflejan la grandeza y el poder que una vez caracterizaron a esta villa.
Para aquellos que deseen explorar más allá de la arquitectura y la historia, Dueñas también ofrece rutas naturales como la subida al Monte Vallejana y el recorrido por Valdegrillos, donde la naturaleza y el paisaje se combinan con la serenidad que solo se puede encontrar en tierras castellanas. Desde el mirador al Canal de Castilla, el visitante puede contemplar la extensión de este río artificial, una de las mayores obras de ingeniería de la época, que durante siglos fue la principal vía de comunicación para el transporte de mercancías en la región.
Dueñas es una localidad que no solo se recorre, sino que se siente. Sus calles, sus monumentos y su atmósfera nos invitan a descubrir una de las ciudades más importantes de la historia de España. Es un lugar donde los reyes caminaban, donde las intrigas políticas se desarrollaban, y donde el arte y la cultura florecieron. Un destino que, con su rica oferta cultural y su impresionante legado arquitectónico, se ha consolidado como uno de los imprescindibles para los amantes de la historia y la belleza.
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